jueves, 3 de julio de 2014

Crónica Gomera Paradise 2014 - Mi primera ultra. Por Pedro Rodríguez.



Cuatro billetes por favor, pidió Javi a la señorita de ventanilla, nos subimos al barco y nos vamos para la Gomera junto con el resto del equipo. 10 Pateas viajamos esta vez para sufrir las llamas del Infierno Gomero. Llegamos a la Isla Colombina con la intención de recoger nuestras bolsas del corredor, paseo rápido por las principales calles de la capital y a coger asiento que empezaba el atracón en la cena de la pasta. No hubo escasez, podías repetir cuantas veces quisieras, incluso postre hasta reventar, acompañado de cerveza, agua o isotónico, una cena para mi gusto muy buena. Como siempre conocidos y no tan conocidos nos saludan y recíprocamente saludamos, el ambiente es distendido, comemos hasta llenar nuestras reservas al límite y una vez hemos terminado todos, decidimos subir dando un paseo hasta la residencia para de paso ir haciendo la digestión del atracón.


Una vez en la residencia, somos alojados repartidos por módulos dependiendo de la modalidad de carrera en la que fueras a participar, puesto que para cada distancia existía un horario establecido, y de esa manera no nos molestaríamos los unos a los otros a la hora de levantar. 

Llegamos a la habitación y no hay disputa por elegir camastro, este equipo se compenetra a la perfección. Nos despojamos de nuestros petates y preparamos todo lo necesario para apurar al máximo "el toque de diana", con todo listo para tomar posición horizontal apagamos la luz, se escuchan algunas leves serenatas (por suerte nada muy ignominioso), me pongo los auriculares y a intentar descansar.


La noche se vuelve algo estresante, no consigo conciliar el sueño, las primeras noches cuando estoy fuera de casa suelen ser bastante extrañas para mí, en ésta ocasión más si cabe, puesto que lo que me esperaba al día siguiente no es algo que acostumbre a hacer frecuentemente. Paso el tiempo dando vueltas, la radio me ayuda a  no pensar en la carrera puesto que el hacerlo me produce inquietud y me impide dormir, pero aún así apenas descanso. Toque de diana (4 A.M.) y todo el mundo en pie, algunos han conseguido dormir a pierna suelta (que envidia), otros regular (la próxima vez me traigo unas valerianas), me echo la manta a la cabeza y tiro de la ilusión que me hace el estar aquí, me enfundo el equipaje y bajamos a desayunar. Con todo preparado y el estomago algo lleno bajamos dando un paseo hacia la salida para pasar el control de material. 


Pasado el control, intercambio sensaciones con algunos compañeros para luego ponerme a calentar minutos antes de la salida. Corro los primeros metros y las molestias se tiran a mis glúteos, parece que una sobrecarga que había sufrido una semana antes de la carrera volvía para quedarse y por largo tiempo, no me gusta nada la sensación, confío en que es algo pasajero y en cuanto caliente todo quedará en anécdota. Me coloco bajo el arco de meta y dan la salida. Pasan los primeros kilómetros, la salida se las trae, unas escaleras que parecen no acabar (el test perfecto para comprobar si mis molestias son pasajeras o pretenden amargarme la carrera), parece que esta vez me va a tocar sufrir y mucho, llevo ya más de una hora en carrera, mi cuerpo está más que caliente y el dolor va en aumento, no quiero aminorar mi ritmo, me frustro (o se me pasa o reviento), intento evadirme de pensamientos negativos disfruto de la espectacular imagen que se aprecia al amanecer viendo el Teide de fondo,me distraigo por momentos, pero las molestias no me dejan disfrutar por mucho tiempo, no hago más que pensar que de un momento a otro mis piernas se bloquearan y tendré que abandonar la carrera, en bajadas parece que me dan un respiro, como puedo aguanto y llego al segundo avituallamiento. Que suerte encontrarme allí con Javi, él es fisio, le pido si tiene alguna crema que me ayude a calmar las molestias, me ofrece una, me unto bien la zona dolorida, como para llenar el estomago y a continuación tomarme un ibuprofeno, bendita combinación. Salgo del avituallamiento, la parada y la crema hacen un efecto inmediato, avanzo y parece como por arte de magia que todo empieza a relajarse, mis piernas ya no sufren tanto, el dolor disminuye, y consigo empezar a disfrutar algo más de la carrera.


Empieza una nueva carrera para mí, comparto bastantes kilómetros con "Rayco Caballo Loco" (fuerte maquina el tío). Voy encontrando corredores por el camino, intercambiamos sensaciones (se hacen amigos en estas carreras), las caras ya son de cansancio, los kilómetros y las horas se notan en los rostros, seguimos pasando avituallamientos, no falta de nada, en cada uno de ellos me pongo las botas, disfruto de cada uno de los rincones del recorrido, la subida al cedro aún la guardo en la retina, el lugar es de los mas sobrecogedor, naturaleza en estado puro, me hago cuenta de lo que estoy viviendo, hay momentos duros, pero son compensados con creces por otros de compañerismo, superación y belleza. Hoy estoy superando todos mis limites, cada vez la meta esta más cerca, llegan unos kilómetros de asfalto, la bajada se las trae, las puntas de mis dedos tocan con el calzado y me hacen pupita (como jode eso, jeje). Llegamos al penúltimo avituallamiento, no tenía ni idea de lo que me esperaba, sabía que venía una subida, que iba a ser costosa, en el perfil no se veía tan empinada como las otras, pero para mí fue la peor, tenía todos los componentes para dejarme vacío. Emplee toda mi concentración en no decaer, fue tanta la que puse que me desvié por otra vereda jajaja!!, empiezo a avanzar y me doy cuenta que el camino se vuelve cada vez más espeso, las ramas bloquean el paso, entonces caigo en la cuenta de que por aquí no han pasado los corredores de  las otras carreras más los que llevaba delante de mí (ostias, ya me metí por donde no era), giro la cabeza y veo como los corredores que llevaba detrás seguían el camino hacia arriba, resignación y vuelta en busca del camino correcto. En una de las curvas del camino te plantas en posición de ver el resto de lo  que queda de subida, el ver a los corredores que tengo delante en la cresta de la montaña me desmoraliza (madre mía, hasta allá arriba tengo que subir yo ahora),(venga Pedrito, aprieta los hue....tos y pa,rriba). 


Llegamos a la cresta y pienso, ya está todo hecho, ya la meta es mía, voy a conseguir mi camisita de finisher (chas que guapo),(la vas a conseguir, pero todavía no), todavía quedaba una última agarrada, me esperaban los divertidos toboganes, cualquier pequeño desnivel positivo sacaba de mí lo que no sabía que guardaba, los últimos 3-4 kilómetros fueron una lucha entre cuerpo y mente. Llego el asfalto, terreno que todo corredor de montaña suele despreciar, pero que para mí en aquel momento fue como si me hubiesen puesto una alfombra roja, mis rodillas rechinaban por todos lados, volvíamos a encontrar las divertidas escaleras que al principio nos hicieron entrar en calor y al final nos acaloraron.

Llego a la recta de meta, la calle está abarrotada, la gente en las calles te da un último impulso, pasan por mi mente algunos de los momentos más difíciles de la carrera, me alegro por haberlos superado, me invade una sensación de satisfacción que no sabría explicar con palabras, cierro los puños, aprieto con fuerza, levanto al cielo y me autoproclamo campeón de mi batalla.


Que decir de la fiesta final de la cerveza, un 10 para la organización de la carrera. Felicitaciones a todos mis compañeros por haber terminado una carrera más de tal dureza y con tan buenos resultados. Y en especial a D. Tomas, que se quito una espinita que tenía clavada en lo más profundo desde el año pasado y de que manera (yo alucino con este hombre).










Pedro Rodríguez




PSB