Día 5 de diciembre, iniciación en el mundo de la maratón, nos esperan 42 kilómetros y al llegar al punto de salida, la Plaza del Cristo, miro al cielo y me preocupa la que puede caer (las predicciones meteorológicas dicen que va a llover bastante) y el barro de todas esa pistas y senderos. Pero da igual, la aventura es la aventura.
Comienza la carrera, salimos por las calles de la Laguna hacía el caminos de Jardina, los de los 42 km y los de 21 km, algunos salen disparados, otros trotan despacito diciendo que la “chapa es larga”. Veo que Javi sale rápido y empieza a adelantar y que Tomás, al que le cuesta empezar a correr, está por detrás. Sigo a un buen ritmo, al cruzar la TF12 empieza la subida por la carretera de las Vueltas Blancas. Saco los bastones y bajo el ritmo, me adelantan uno pocos, pero sé que muchos son de la media maratón y les queda menos. Dejamos el asfalto y cogemos el sendero del camino de la Degollada que nos lleva hasta el primer avituallamiento en el mirador de Zapata, todo subiendo por sendero, voy bien. Como algo y bebo un poco, toca llanear hasta el desvío de las dos carreras, los de 42 km giramos a la izquierda hacia la pista de los Dornajos los de la de 21 Km giran a la derecha. Llego al segundo avituallamiento sin problemas y corriendo a buen ritmo. Miro al cielo y no hay ni una nube, nos han engañado y el sol nos va a castigar de mala manera.
Empieza la bajada hasta Bajamar por un sendero bastante técnico que va cruzando varios barrancos y en el que me dejo llevar para no forzar demasiado las piernas. A la llegada a Bajamar, mi mujer, mi suegra, mi concuña y mis sobrinos nos animan y nos retratan; eso y el avituallamiento me dan energía para seguir la parte más pesada del recorrido que me lleva, corriendo y caminado por tramos, al avituallamiento que precede a la subida de Chinamada. Creo que esta fue mi perdición, a partir de aquí todo empezó a irme mal, la subida se me hace eterna, pega el sol con fuerza y hay mucha humedad, me pasa muchísima gente, uno de ellos es Tomás, que me anima diciendo que vaya con pasos cortos y despacito, pero ni eso, ni los bastones me ayudan. Las pulsaciones no bajan y, sin embargo, la respiración y las piernas no se quejan, y no lo entiendo hasta que me doy cuenta que son problemas de estómago. Aun así me digo que tengo que seguir, poco a poco, muy despacio, sufriendo mucho, la gente me anima, y sigo hasta que por fin llego al avituallamiento de Chinamada. Aquí descanso unos 15 minutos, tengo que intentar recuperar el estómago, solo bebo agua y repongo los bidones.
Empieza la bajada hasta Bajamar por un sendero bastante técnico que va cruzando varios barrancos y en el que me dejo llevar para no forzar demasiado las piernas. A la llegada a Bajamar, mi mujer, mi suegra, mi concuña y mis sobrinos nos animan y nos retratan; eso y el avituallamiento me dan energía para seguir la parte más pesada del recorrido que me lleva, corriendo y caminado por tramos, al avituallamiento que precede a la subida de Chinamada. Creo que esta fue mi perdición, a partir de aquí todo empezó a irme mal, la subida se me hace eterna, pega el sol con fuerza y hay mucha humedad, me pasa muchísima gente, uno de ellos es Tomás, que me anima diciendo que vaya con pasos cortos y despacito, pero ni eso, ni los bastones me ayudan. Las pulsaciones no bajan y, sin embargo, la respiración y las piernas no se quejan, y no lo entiendo hasta que me doy cuenta que son problemas de estómago. Aun así me digo que tengo que seguir, poco a poco, muy despacio, sufriendo mucho, la gente me anima, y sigo hasta que por fin llego al avituallamiento de Chinamada. Aquí descanso unos 15 minutos, tengo que intentar recuperar el estómago, solo bebo agua y repongo los bidones.
Toca seguir, continuo con el estómago un poco mal pero ya me siento mejor. Me pasan tres o cuatro corredores que me siguen animando, ahora puedo caminar sin problemas y aunque se me hace largo, no paro hasta la Cruz del Carmen. En este avituallamiento hago otro buen descanso, pregunto cómo va la carrera y me anima pensar que aun no voy el último, que queda gente por detrás. Empiezo a bajar de nuevo, hacía Jardina, ahora corro suave y siempre al mismo ritmo, subo ayudado por los bastones la última pendiente dura de Jardina sin problemas y a buen ritmo. Ya no queda nada, apenas dos kilómetros. Sigo bien, caminado en los repechos y corriendo el resto, cruzo la Vía de Ronda y sigo corriendo, ya está ahí la meta, la cruzo y me acuesto en el suelo, medio muerto, pero muy feliz.
Al final Javi realizó un carrerón, 5:35:09 en el puesto 36. Tomás ganó en su categoría, M60, con un tiempo de 6:40:33 y acabó en el puesto 96. Yo terminé con un tiempo de 6:52:45 en el puesto 104, lo que me parece un gran logro.
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