lunes, 17 de agosto de 2015

Crónica de la 24 Horas Non Stop Atalaya Trail. Por Javi Padrón


Cierro los ojos y veo las piedras de la Atalaya. 24 horas dan para mucho. Seria capaz de volverla a recorrer con los ojos cerrados.
Son las 12 del sábado. En la plaza de Tejina el ambiente es increíble. Carpas de los equipos por todos los rincones. Sacos de dormir, mesas para avituallar, termos de café, campings improvisados por todos lados. Mi padre y yo, tenemos también el nuestro. Mi mujer, mis hijos y nuestra compañera Nieves nos acompañaran durante toda la prueba. Mi objetivo en esta carrera no es otro que probarme. Saber si soy capaz de aguantar el reto. Ya después intentar llegar a las 15 vueltas que nuestro amigo Jose “el lechuga” ha puesto como objetivo para premiar a los que lo consigan. Van a dar la salida. Nos deseamos suerte entre todos y a correr, por una vez sin muchas prisas, queda un día por delante. 
 
Foto de Santi Rguez
 
Bajamos el barranco y a empezar a escalar, algo que se repetiría en las 24 horas siguientes. Quiero ir despacio, mantener un ritmo constante todo el tiempo que pueda, pero como siempre, no lo hago. Voy por delante de muchos corredores por equipo e individuales solo veo a Dario Dorta. Poco a poco ganamos altura y subimos a buen ritmo. Las vistas son preciosas. Llego arriba en 23 minutos y empezamos a llanear y a bajar. Se puede correr muy rápido los 6 km que quedan. Algunos tramos técnicos pero a buena velocidad. Ya se acerca la meta. Primera vuelta en 56 minutos, y yo quería hacer una media para empezar de 1:20. Bueno la siguiente la haré mas lenta. Nieves me repone agua (lo hizo en todas las vueltas), beso a mis hijos y doy instrucciones a mi mujer para que vaya preparando comida. Casi no me paro y vuelta para arriba. A la mitad de subida me vuelvo a encontrar a Dario y le digo que voy a tirar. Tengo muchas ganas de correr. Otra vuelta. 57 minutos. Pues no, no aflojé mucho. Ahora si como algo. Me dan ánimos y a seguir. Me dicen que voy primero, pero esto es muy largo. Siguiente vuelta. Sigo sin bajar el ritmo, pero se que esto no durara mucho. Me encuentro con numerosos corredores, pero todos son por equipos. También veo al fotógrafo Jose Molina y su mujer María.
Foto de Jose Molina
 
Nos estarían fotografiando hasta las 4 de la mañana, y luego siguieron. Que locura. Termino la siguiente vuelta. En 2 horas 56. Aquí dejo de hacer cálculos. Me voy a romper la cabeza. Solo se que estoy yendo mas rápido de lo que debería. Cuando empiezo a subir me encuentro con María, una de las chicas individuales, nos animamos mutuamente(al final se mando un carrerón. Felicidades) y sigo. Poco a poco me encuentro con muchos de los individuales. Todos nos animamos, preguntamos como vamos, unos mejor y otros peor, pero hay que seguir. Hay una humedad increíble. Sudo mas que nunca y me doy cuenta que no he traído sales. Es la cuarta vuelta y empiezo a notar que me falta algo. Al llegar a meta pregunto si alguien tiene sales y aparece el gran Javi Sanchez. Me pone un bote en una mesa y me dice que coja las que quiera cuando quiera. Me salvo la vida. Soy propenso a que se me baje la tensión en carrera. Una simpática chica (que no se su nombre) será la encargada de darme una por vuelta. Tenemos que sacar la cuenta ehhh. Seguimos. Alcanzo a mi padre y lo acompaño un tramo. Nos decimos que vamos bien y me da consejos. Que administre la ventaja que tengo y vaya controlando. Quedan muchísimas horas por delante. Nos deseamos suerte y seguimos. Siempre miro de reojo en la subida y siempre veo una camisa roja cerca. Tengo que controlar esa camisa jeje. Ya he adelantado a todos los corredores menos a dos. Algunos no se encontraban bien. Eduardo, Jose Juan y Jose Carlos tenían problemas y pensaban en la retirada. Llega la noche y con ella el sueño, quizás a lo que tenia mas miedo. Al pasar por la plaza te dan ganas de quedarte allí. Hay un ambientazo increíble. Muchos compañeros de equipo animando que se han desplazado hasta allí. Son las 11 de la noche y llevo 9 vueltas. Mejor de lo que esperaba. En este momento que Dario se ha retirado. La fascitis plantar no le deja continuar, y aunque algunos piensen lo contrario, no me alegre. Yo quería ganarle sin que estuviera lesionado. Para la próxima nos medimos. Ahora pongo la vista en el siguiente. Damián, el veterinario canarión que corría por una buena causa. Le llevo una vuelta de ventaja y cambio la estrategia. Ahora a controlarlo y vivir de las rentas. Seguimos con las vueltas. Pierdo la cuenta. Cada vez que empiezo una miro hacia arriba y pienso ¿otra vez? A veces me paraba en lo alto y miraba. Mi mirada se iba a Valle Guerra, Tegueste, Bajamar, Tejina. La vista es preciosa. 
 
Foto de Migue Glez.
 
Pero hay que seguir. Subo muchos tramos a 4 patas. Las fuerzas van fallando y hay que agarrarse de lo que sea. En lo alto de la Atalaya se forma una niebla que no te deja ver a mas de un metro. Allí esta Carlos, el hermano del Lechu,con varios compañeros, anotando los tiempos de paso. Menuda imaginaria se mandaron. Es increíble la cantidad de gente que encontrabas por el camino, a las 2 de la mañana, sacando fotos, ofreciéndote un café o con una caseta de campaña al lado del camino y animando. También el ambiente en la plaza es enorme. Hasta las 4 de la madrugada hubo un campeonato de vóley que no dejo de animarnos. Cada vez que llego al avituallamiento y me siento a reponer, me entra sueño. Mis hijos ya duermen en el coche, que envidia me dan. Mi mujer y Nieves me animan a seguir. No dejan que me siente mucho rato y me dicen que pronto amanecerá. Salgo caminando y cada vez me lo tomo con mas calma. Un par de vueltas mas y amanece. Son alrededor de las 7, voy haciendo la vuelta 14 y me encuentro a mi padre. Ya me quedaría con el. Pienso en hacer una vuelta mas y pararme. Dejamos los frontales, unos actimel de la organización que saben a gloria y casi sin parar seguimos. Sigo pensando que es mi ultima vuelta y la subo con mucha alegría y disfrutándola con mi padre. 
 

Foto de Migue Glez.
 
Arriba esta Miguel Fumero con su mujer que nos invitan a café. Me lo bebo sentadito en una piedra y mirando a Tejina. Ahora estoy disfrutando. Pero mi padre no fuma y seguimos. Arriba empezamos a trotar. Pero este hombre me quiere matar, que esto yo lo estaba haciendo caminando. Mi padre quiere dar otra vuelta y yo le digo que yo ya me quedo. 
 
 

 
Pero al llegar a la plaza, el recibimiento es increíble, mi padre se manda otro actimel y decide seguir, y yo, como no, pues a acompañarlo. Es que faltan 2 horas y media y da tiempo de hacer otra, pero le digo que caminando ehh. Damian también se anima a hacerla con nosotros. Tiramos para arriba y esta la hacemos disfrutando. Vamos hablando continuamente, mirando el paisaje. Al llegar a lo alto nos paramos y miramos en todas direcciones. Es precioso y estamos supercontentos. Seguimos poco a poco y sin prisa. Comentando todo lo que hemos vivido y contando las anécdotas de la carrera. Falta poco para llegar a meta. En el asfalto decidimos que Damián se adelante para que disfrute su llegada. Ahora nos toca a nosotros. Giramos y me quedo helado. Como decía el dúo Sacapuntas, la plaza está abarrotada. Se me eriza la piel de recordarlo. 

Foto de Nauzet Sosa
 
Grabo el momento en mi memoria. Todos nos aplauden, nos ovacionan. Se que casi todo es por el, pero yo lo disfruto igual. Le damos la mano a mis hijos y entramos a meta. Sin duda, la entrada mas bonita que hemos tenido. Miro a todos lados y todas son caras de admiración. Me fundo en un abrazo con el, y me paro a respirar. Se acabó. Lo logramos. Nosotros y otros 14 compañeros que en mayor o menor medida lo sufrieron. También los 23 equipos, todos campeones, que estuvieron allí. Y esto es todo. Lo que vivimos allí no se puede reflejar en esta crónica, y menos un mal escritor como yo. Se me escapan cientos de detalles, momentos, personas. Debo felicitar y agradecer a mucha gente, y se me olvidaran muchos otros. Primero que nada a Jose el Lechuga y a todo su equipo, por la carrera que se saco de la manga,y por el cariño que siempre nos tiene a mi padre y a mi. Al pueblo de Tejina, colosal, siempre animando. A María y Cristina, las dos valientes que se atrevieron con este reto. A todo el equipo de Tenerife Trail, por su ayuda en la carrera. A todos los corredores que se atrevieron a estar allí, independientemente de las vueltas que dieran. A mi equipo, por apoyarme en todo momento presencialmente y vía whatsapp, y en especial a Nieves. A mi familia que estaba lejos pero que me seguían igualmente. A mi mujer Yurena y a mis hijos Alejandro y Ricardo, mi pilar en todo momento. Y como no y principalmente a mi padre, por enseñarme a crecer con humildad y con trabajo, por ser como es. Gracias. Pero a mi no me trancan más. 
 
Javi Padrón
 
 
 
 
 
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